Cuando hablamos del sufrimiento humano siempre pensamos en como aliviarlo, y, a través de libros, televisión y demás medios de comunicación, nos estàn bombardeando con mensajes en los cuales nos prometen tener la clave para aliviar nuestra ansiedad, superar el estrés, o dominar nuestras obsesiones. Se puede decir que nos pasamos la vida intentando controlar lo que ocurre en nuestra mente,  dándole vueltas a las cosas una y otra vez,  intentando no tener pensamientos molestos, ni sentimientos o sensaciones desagradables, nos pasamos la vida luchando contracorriente, y de esta manera nos agotamos y nos sentimos frustrados ya que, a pesar de tanto esfuerzo, conseguimos unos resultados mínimos, en el mejor de los casos,  o ninguno. Incluso, como muchas veces ocurre, llegamos a sentir que nuestra vida ha perdido una gran calidad y se ha ido reduciendo cada vez más y más.

En realidad es lo que hemos aprendido a hacer desde nuestra infancia, estamos preparados para responder exactamente de la misma manera de como lo  hacemos, a pesar de que ella no nos de resultados satisfactorios.

¿Y si hiciésemos algo distinto?

¿No podría ser que si hicieramos algo diferente los resultados tambíén serían diferentes?

A veces me pregunto cuál es el mejor regalo que podría ofrecerle a mi hija y siempre me doy la misma respuesta: El mejor regalo para ella sería ser capaz de darle las mejores enseñanzas que pueda, ofrecerle algo diferente a lo que nos han enseñado hasta ahora, desearía proporcionarle las mejores herramientas para que pueda manejarse por la vida, caminando hacia el lugar que quiere. No le enseñarè a no caerse, le enseñarè a levantarse cuando se caiga, se levante, ¡ se levante sí, venga lo que venga!: ” no puedo, es imposible, me siento mal…..” se levante y siga caminando hacia aquello que desea y que lo haga con todas sus fuerzas viviendo cada minuto de su vida como si fuera único, porque cada instante de la vida es único aunque a menudo lo olvidemos.   Esto  es exactamente lo que ofrecemos a nuestros pacientes cuando vienen a consulta; este es en esencia el corazón de la terapia ACT: aprender a caminar hacia aquello que queremos, sabiendo que en el camino vamos a encontrar algunas cosas que nos gustan y otras cosas que no, es caminar  «venga lo que venga», ya sean alegrías, tristezas, dolores…. Siempre en la dirección que es importante para cada uno,  porque no se trata tanto de «sentir bien», sino de «vivir bien», es esta la única forma  que entiendo como felicidad.

El  sufrimiento por sí mismo no existe, existe el dolor, que es algo distinto; el sufrimiento necesita de nuestra ayuda para aparecer, se puede decir que lo creamos nosotros mismos cuando nos resistimos a experimentar experiencias dolorosas,  cerrando todas las puertas a la aceptación de ese malestar.  El precio que pagamos con esa resistencia es el del empobrecimiento de nuestra vida y el andar con el sólo rumbo de no sentir, de no vivir  al cien por cien, sino al 50, al 30…. perdiendo numerosas oportunidades reforzantes en nuestra vida y alejándonos de aquello que realmente nos importa.

                                                                                                                                                                                                                           Mª Luisa Bresó Safont

Psicóloga y Terapeuta ACT del Centro Terapias Contextuales

 

Categories: Terapia ACT

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